Juarandir Siquiera, Prosumer, 2015
En la sociedad actual, el rol del consumidor ha evolucionado drásticamente. Ya no es una figura pasiva que simplemente compra productos y servicios; se ha transformado en un agente activo que participa e influye en el mercado. Este nuevo tipo de consumidor, al que a menudo se le llama "prosumidor" o "consumidor-productor", es un individuo empoderado por el conocimiento y la capacidad crítica. Gracias a su acceso a la información y a su experiencia, tiene el poder de impulsar la innovación y dar forma a la oferta de las empresas.
Esta doble condición, la de consumir y producir, puede estar motivada por el lucro o, simplemente, por el deseo de compartir y mejorar. Un claro ejemplo es aquel que, a través de la Web, adquiere saberes técnicos para crear sus propios productos o bienes de uso personal. En este caso, la persona interviene directamente en el proceso productivo, no para vender, sino para satisfacer una necesidad propia. Del mismo modo, otra manifestación crucial es la de los creadores de contenido y reseñadores. Son individuos que, con un nivel considerable de conocimiento técnico, prueban productos y servicios para luego elaborar reseñas detalladas que comparten en sus redes sociales. Esta labor es invaluable para el mercado, ya que su retroalimentación honesta impulsa la calidad y, de paso, ofrece a las empresas una forma de publicidad auténtica y directa.
A fin de cuentas, esta clase de consumidor no está dispuesta a aceptar pasivamente lo que las marcas le ofrecen. Su objetivo es participar en el diseño y desarrollo de la oferta para que se ajuste mejor a las necesidades del público. Para ello, comparan la información que la marca proporciona con su propia experiencia, generando conclusiones bien fundamentadas. Y es que el consumidor-productor es inherentemente crítico. Puede emitir comentarios positivos o negativos, dependiendo de su vivencia personal con el producto o servicio. Sin embargo, su crítica debe ir más allá de la opinión personal. Debe ser capaz de analizar de manera objetiva los aciertos y fallos para comunicarlos de forma clara a su audiencia, lo que convierte su experiencia en una guía útil para otros.
Recientemente, en el marco de una tarea universitaria, descubrí las ideas del futurólogo Alvin Toffler y su concepto de prosumidor, una interesante combinación entre productor y consumidor. Su concepto recalca mucho esta cuestión que les acabo de explicar. Él sostenía que la tecnología nos permitiría realizar por cuenta propia tareas que antes se delegaban en profesionales remunerados, generando así valor en una especie de 'economía paralela' no monetaria.
Pensando en esto, me di cuenta de lo mucho que esa idea ya es una realidad en mi vida y en la de otras personas.
El primero es personal y no tiene que ver con el diseño. Hablo de la gestión de mis inversiones financieras. No hace tanto tiempo, comprar acciones o bonos implicaba llamar a un agente de bolsa. Hoy, desde aplicaciones en mi celular, puedo investigar, comprar y vender activos en tiempo real. Tomé el rol que antes ocupaba un intermediario, apoyándome en tutoriales y análisis que encuentro en línea. Realizo un trabajo complejo para mi propio beneficio, algo que antes pertenecía exclusivamente a la economía monetaria tradicional.
El segundo ejemplo lo veo en mi día a día como diseñadora gráfica, donde mi rol ha cambiado significativamente. Antes, un cliente podía necesitarme para cada pequeña pieza de diseño. Ahora, gran parte de mi trabajo consiste en crear una base sólida de marca, con logos, paletas de colores y tipografías. Esto permite que el cliente, usando herramientas como Canva, se convierta en un prosumidor de diseño. Ellos toman los elementos que yo produje y, de forma autónoma, generan sus propias publicaciones, presentaciones o folletos. Asumen una parte de la producción gráfica al consumir y utilizar el sistema visual que yo diseñé para ellos.
Estos ejemplos muestran que la predicción de Toffler no estaba tan lejos de la realidad. La línea entre profesional y usuario es cada vez más difusa, y la tecnología nos ha dado herramientas para producir de formas que antes parecían impensables.
A continuación, analizaremos algunas prácticas de prosumo como ejemplo más concrecto:
1. Gestión de inversiones financieras
- Factor más relevante: La autonomía y el control del proceso, gracias al desarrollo de las apps de trading. La posibilidad de decidir por mi cuenta, en cualquier momento y lugar, es lo más atractivo. Los factores económico (menores comisiones) y de rapidez (transacciones instantáneas) son consecuencias directas de esa autonomía.
- Modificación del escenario profesional: Sí, lo cambia radicalmente. Desafía el rol del agente de bolsa tradicional para pequeños y medianos inversores, que ya no dependen de él para ejecutar operaciones. El papel del asesor financiero se desplaza hacia la estrategia y la educación, más que a la simple intermediación.
2. Uso de Canva con un sistema de marca
- Factor más relevante: La rapidez y la facilidad. Un cliente necesita resolver una necesidad de comunicación visual al instante (por ejemplo, un post para redes sociales) y estas plataformas lo permiten en minutos, sin tener que contactar a un diseñador. El factor económico (ahorrar el costo de un diseñador para tareas menores) también pesa mucho.
- Modificación del escenario profesional: Totalmente. Esta práctica redefine el rol como diseñadora gráfica: paso de ser “ejecutora” de piezas sencillas a “estratega” visual. Mi valor ya no está en diseñar un post de Instagram, sino en crear un sistema de marca coherente y fácil de usar que empodere al cliente para que él mismo se convierta en prosumidor de su comunicación visual.
Intervención de la inteligencia artificial
- En la gestión de inversiones: Muchas plataformas de trading usan robo-advisors, algoritmos que recomiendan carteras de inversión personalizadas según el perfil de riesgo del usuario. Además, la IA analiza tendencias de mercado, noticias y genera resúmenes o insights que ayudan al prosumidor a decidir con más información.
- En el diseño con Canva (y similares): La IA está integrada en múltiples funciones: Magic Write (generación de textos), creación de imágenes a partir de texto, eliminación automática de fondos, sugerencia de plantillas o adaptación de un diseño a distintos formatos (Magic Switch). Todo esto reduce aún más la barrera técnica y le da al cliente más herramientas para crear piezas visuales complejas con facilidad.
Es por eso que podemos concluir que, en la era digital, todos nos hemos convertido en prosumidores de alguna manera. Ya no somos meros receptores pasivos de información o productos. En su lugar, participamos activamente, ya sea al compartir una opinión sobre una película, dar una reseña a un restaurante o personalizar un producto a nuestro gusto.
Esta transformación tiene un impacto profundo en la economía y la cultura. Las empresas ya no tienen el control total del mensaje; ahora, los consumidores tienen voz y su participación influye en la calidad, la innovación y la dirección del mercado. Nuestra capacidad para producir y consumir al mismo tiempo no solo genera valor, sino que también nos convierte en agentes activos del cambio, redefiniendo las reglas del juego en casi todos los sectores. En esencia, el prosumo no es una moda, sino un cambio fundamental en cómo nos relacionamos con el mundo que nos rodea.
¡Hola! Me gustó mucho tu análisis del prosumidor y los ejemplos que diste con inversiones y Canva. Se nota cómo la tecnología permite asumir control y autonomía sobre procesos antes reservados a intermediarios. En indumentaria también veo clientes como prosumidores, compartiendo ideas de telas y colores que luego adapto en mis diseños. ¡Gracias por compartirlo!
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